miércoles, 25 de mayo de 2011

Cuando seamos mayores

La escena se presenta así: Dos personas, desconocidas entre sí, toman contacto. Se gustan, lo saben pero hay miedo. Miedo a lo desconocido, temor e inseguridad pues la sensación es nueva. Él lo tiene muy claro, bastante mas claro que ella.

Él la besa y ella le sigue pero se aparta rápido, tan rápido que apenas pueden saborearlo. Pide perdón y nuestra chica se marcha, pero él no se da por vencido. Toma su mano y le dice:

    -Espera, quédate conmigo. Sé que no vas a encontrar nadie mejor que yo pero no por tu culpa, sino por la mía. Pase lo que pase nadie te querrá más de lo que pueda quererte yo y sé que seremos felices. Y digo seremos porque estoy plenamente convencido de ello, que no estamos atado al condicional.

Ella guardó silencio profundo tanto tiempo que parecía que la escena iba a quebrar en mil pedazos. Miraba al suelo mientras él temía por el veredicto.




Pasarán los años y no habrá un día que no me alegre de lo ocurrido, porque hijos, así es como conocí a vuestra madre.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Pequeñas historias aleatorias I: Nieve

Me dirigí camino a la estación. La ciudad relucía en blanco por la nieve mientras los copos deslizaban frente a las fachadas, casi flotando en el ambiente. Los pasos de las personas quedaban marcados en la acera por sus huellas, como si la calle fuera testigo de las rutas de sus transeúntes. Como si se guardara para sí un recuerdo de la gente para los momentos de soledad.

Llegué justo a tiempo. El tren esperaba con la locomotora en cabeza, expectante ante el camino que le deparaba. Tras adentrarme en el vagón, comprobé que mi asiento estaba localizado en fila única. Cuánto agradecí mi suerte en ese momento. Prendí un pequeño puñado de tabaco en la vieja pipa que siempre me acompañaba. Esa sería mi única compañía durante el viaje (Y tampoco echaría en falta ninguna otra). 

Y tras un fuerte silbido la maquinaria comenzó con su baile con un ligero murmullo. Los engranajes hacían su trabajo con una facilidad pasmosa, formando todo parte de un juego mecánico ideado por unas mentes brillantes. Las ruedas rodaban sobre los raíles y poco a poco comenzamos a movernos con velocidad. Antes de darme cuenta ya estábamos abandonando la ciudad, dejando atrás el bullicio de las calles, los edificios y las gentes para dar paso a la ligereza del campo y de la montaña. 

Cerré mis ojos, me abandoné ante el movimiento para dejar la mente en blanco. Solo pude pensar en ella. Al fin y al cabo estaba sentado en ese instante por ella.


Tic, toc, tic, toc. Solo restan dos horas de viaje

viernes, 6 de mayo de 2011

Paseos imaginarios





Esto es un pequeño puente. Un día, alguien decidió construirlo. ¿Su destino? Es una carretera hacia el cielo. Se dice que si la tomas te lleva directamente a las nubes. Puedes pasearte como si fuera un auténtico anuncio de compresas. El problema es, que probablemente no puedas volver dado que las nubes son abundantes y te impiden ver el camino de vuelta. 




 Nos situamos en un pequeño paseo del centro. Podemos fijarnos en la feria del libro que se sitúa en el fondo de la imagen, pero lo realmente impactante de esta imagen es el perro. En realidad no es un perro como tal. Es la reencarnación de un desdichado escritor de poca monta que el único libro que llegó a vender fue el que regaló a su madre. Ahora, rencoroso,  se dedica a espantar a la gente que acude a la feria.




Llegamos al punto mas enigmático de toda la ciudad. La gente simplemente piensa que se trata de una pintada en el suelo pero por supuesto, están todos equivocados. Es un cuadro de suelo desmemorizante. Si entras en esta zona, olvidas completamente lo que estabas haciendo en ese momento. Pero lo grandioso es que hace que recuerdes lo que mas quieres en todo el mundo y hace que acudas inmediatamente a cumplirlo.




Desde esta colina apreciamos el paisaje de un cementerio de trenes fantasma. Está abierta y operativa, pero los fantasmas acuden las tardes-noches de los fines de semana hacia los pueblos para salir por la noche e intentar pillar cacho. Es un ambiente callejero en donde el amanecer no existe, así que cuidado por si os quedáis encerrados.




Aquí tenemos al espíritu romántico de la ciudad enfundado en un catalejo. Se dice que hace tiempo vivió un romance con una chica, morena y con tal encanto que le prometió que, siempre siempre siempre miraría su cara para nunca olvidar lo bella que era. Un día ella le rompió el corazón y se marchó. Desde ese mismo día, nuestro espíritu decidió alzarse a la columna más alta de toda la ciudad con un catalejo para poder verla el resto de sus días y así, cumplir su promesa.