Él la besa y ella le sigue pero se aparta rápido, tan rápido que apenas pueden saborearlo. Pide perdón y nuestra chica se marcha, pero él no se da por vencido. Toma su mano y le dice:
-Espera, quédate conmigo. Sé que no vas a encontrar nadie mejor que yo pero no por tu culpa, sino por la mía. Pase lo que pase nadie te querrá más de lo que pueda quererte yo y sé que seremos felices. Y digo seremos porque estoy plenamente convencido de ello, que no estamos atado al condicional.
Ella guardó silencio profundo tanto tiempo que parecía que la escena iba a quebrar en mil pedazos. Miraba al suelo mientras él temía por el veredicto.
Pasarán los años y no habrá un día que no me alegre de lo ocurrido, porque hijos, así es como conocí a vuestra madre.
que pasada de entradaaaaaaa!!
ResponderEliminarMe ha encantado el final!